lunes, 24 de mayo de 2010

Fuego


Ya lejos de los árboles ardientes y mortales,
yo me acerco a cantarte!
Recuerdo la alta llama;
los grandes bosques que tu mano quema;
los muros derribados
entre las voces que la angustia vela;
y el metal de la guerra
por donde corres como vena ciega.

Recuerdo el gran secreto
con que te guardo dentro de mis huesos,
cuando en las horas lentas
el verano te esconde
en cada flor sedienta.

Y te amo, hijo del Aire,
Fuego -Casa de Amor- barca del Aire,
barca del día en el Aire!
Único árbol despierto a través de la Muerte!
Más sólo que la Muerte!


Es tan simple quemarlo todo, dejarlo atrás, alfinal todo se convierte en simples cenizas. Cenizas que el tiempo se llevara, no quedará nada, simplemente el recuerdo de que alguna vez hubo algo, incluso, quizás, pudiera llegar a quedar una marca en la tierra, roca, etc. de los rastros del fuego que hubo in día.

Cuando recordamos la llama que hubo un día, nos sentimos melancólicos, recordando en que el fuego era perfecto, las llamas podián con todo y con todos. En que estabamos perfectamente allí sentados, calentitos por el calor, felices porque nadie podía apagarlo, nadie podía perturbar aquella llama. Nadie lo podía estropear...

Pero si, algo lo estropeo y fue el tiempo. Al final, el tiempo o acaba con todo o lo hace más potente. Pero en el caso de nuestro querido fuego lo apago, lo destruyó, lo dejó en nada... Nos lo quitó, nos quito lo que más queriamos en ese momento, sin compasión alguna, dejándonos allí, a oscuras, con frio, sin visión, sin nadie a nuestro al rededor... sin NADA.

Todo tiene su fin tarde o temprano, ya sea por el tiempo, o por nuestra propia muerta, nada dura eternamente... NADA.


No hay comentarios: